PREMIO ALBERTO RÁBANO



OBJETIVOS



BASES DE LA CONVOCATORIA ANUAL



HISTORICO



PROFESOR ALBERTO RÁBANO NAVAS



SOLICITUD



JURADO



  

ALBERTO RÁBANO NAVAS

  
  (Madrid, 8/12/1923-Madrid, 19/7/1975)  


  Alberto Rábano nació en Madrid, el 8 de diciembre de 1923. Su orientación hacia el estudio y la práctica de la Neurología fue muy precoz. Siendo aún estudiante de Medicina, ingresó como alumno interno en el Servicio de Neurocirugía del Hospital Provincial de Madrid (hoy Hospital Universitario Gregorio Marañón), donde transcurrieron dieciocho años de su actividad profesional de forma ininterrumpida.  

  Terminado el periodo de licenciatura en el año 1948, adquirió formación psiquiátrica durante cuatro años, con la asistencia al Servicio de Neuropsiquiatría (Hombres) del mismo Hospital Provincial, que dirigía el Dr. Gonzalo R. Lafora. Trabajó tres años en el Instituto de Neurocirugía con el Dr. Sixto Obrador donde, además del trabajo neurológico y neuroquirúrgico, colaboró con estimulaciones de la corteza cerebral humana y en las primeras hemisferectomías cerebrales realizadas en Europa. Completó su formación en Neurofisiología Clínica encargándose del Departamento de EEG del Instituto de Investigaciones Médicas, que dirigía el Prof. C. Jiménez-Díaz, iniciando con ello los estudios electroencefalográficos en Madrid. Como resultado de su trabajo en ese campo, obtuvo e interpretó 700 EEG y, con parte de ellos, realizó su tesis doctoral.  

  En esos momentos, en España los enfermos neurológicos estaban dispersos entre los servicios y clínicas de Medicina Interna y los de Neuropsiquiatría, sin que existiera una especial dedicación ni se practicasen habitualmente las técnicas complementarias que son precisas para el desarrollo de la Neurología Clínica. Donde estas premisas se cumplían mejor entonces era en los nacientes Servicios de Neurocirugía, en los que encontró una forma de continuar su formación.  

  Trabajó de forma prolongada como primer ayudante de Neurocirugía en los entonces Servicios Sindicales de la Obra 18 de Julio, lo que le permitió adquirir una especial experiencia en técnicas de desconexión vegetativa e hipotermia superficial aplicadas a la clínica neurológica. También asistió al Servicio de Neurocirugía del Hospital Provincial, que entonces reunía una patología neurológica muy variada y donde el porcentaje de necropsias era muy elevado, lo que le permitió colaborar frecuentemente con el Servicio de Anatomía Patológica del Dr. M. Pérez Lista.  

  A partir de 1957, su interés se centró exclusivamente en el impulso y desarrollo sistemático de la Neurología Clínica. Con la asistencia y concurso de un grupo de médicos jóvenes, españoles y sudamericanos, inició ese trabajo en el Hospital Provincial. Siguió de forma especial las técnicas neurorradiológicas y aportó los primeros trabajos españoles sobre neumoencefalografía fraccionada. La finalidad de conseguir una Neurología como verdadera especialidad dentro de la estructura de la Medicina española sólo se había dado con anterioridad en Barcelona. Hay que resaltar que la Neurología Clínica era ya entonces una especialidad centenaria en Europa. Esta actividad la desarrolló hasta 1963, año en que dejó el Hospital Provincial.   

  En 1959 recibió el encargo de crear el Servicio de Neurología del Hospital del Rey, situado en el actual Campus de Chamartín del Instituto de Salud Carlos III, que no existía hasta ese momento, y que fue desarrollado y mantenido gracias a su actividad personal. Ello le permitió acumular una larga experiencia en patología aguda del sistema nervioso, infecciosa y parainfecciosa, patología no observable en ninguno de los otros hospitales en los que venía trabajando. La constante verificación necrópsica le permitió ampliar sus conocimientos neuropatológicos (trabajos sobre encefalitis pseudotumorales, mielitis transversas necróticas, etc.).  
  En 1963 fue encargado por el Decanato de la Beneficencia Municipal de la asistencia a los accidentes agudos en el sistema nervioso atendidos en los Equipos Quirúrgicos del Ayuntamiento de Madrid. Esa labor se centralizó en un principio en el Equipo n° 2, y durante cinco años llevó directamente el tratamiento de los traumatismos craneoencefálicos. Con posterioridad quedó encargado sólo del Servicio Consultivo de todos los Equipos Quirúrgicos.  

  También desde 1963 comenzó a trabajar en el Hospital Universitario de la Facultad de Medicina de Madrid (Hospital Clínico de San Carlos: Cátedra de Patología Quirúrgica, con el Prof. Vara López, y Cátedra de Patología General, con el Prof. Casas). Allí tuvo la oportunidad de abordar dos nuevos aspectos en lo que él consideraba su aspecto formativo. Por una parte una actividad asistencial, en íntima y diaria relación con las amplias patologías médica y quirúrgica, permitiéndole ganar experiencia en las correlaciones neurológicas de las enfermedades generales; y por otra, desarrollar una amplia y constante actividad docente, tanto en el periodo de licenciatura como en el de postgrado. Actividad docente que impulsó y aceleró su propia formación, comprendiendo la realidad de que la enseñanza es la forma más activa y eficaz del aprendizaje.  

  La Neurología Clínica, que años antes había iniciado y desarrollado en los Hospitales Provincial y del Rey, alcanzó entonces de la mano del Dr. Rábano un nivel universitario. Entre las personas formadas por él, se encontraban los responsables del grupo de Electromiografía del Hospital, que permitió impulsar en el mismo el desarrollo y conocimiento de la patología neuromuscular.  

  Durante todos esos años, el Dr. Rábano mantuvo un criterio constante y reiterado públicamente en el sentido de defender que, para que la Neurología clínica alcanzase un pleno desarrollo y madurez definitiva, resultaba imprescindible su reconocimiento oficial.  

  El 5 de noviembre de 1974 ganó finalmente la oposición a profesor adjunto de Patología General en el Hospital Clínico de Madrid. Por esas fechas ya se le había declarado una enfermedad irreparable, pero no dejó su labor docente hasta cuatro días antes de fallecer, el 19 de julio de 1975.  

  Su trayectoria profesional, desarrollada con ímpetu constante y tenaz, hizo de Alberto Rábano un pionero en la modernización de las disciplinas neurológicas clínicas en nuestro país. Dedicó su vida, hasta dónde le permitió el destino, no a la mera acumulación de un currículum personal brillante, sino a la elevación y dignificación de su ámbito de trabajo y conocimiento. Fue uno de los últimos grandes neurólogos clínicos, exquisito en el diagnóstico y el pensamiento clínicos, aunque atento a cada nuevo desarrollo científico y técnico en su especialidad. Su prematura desaparición le impidió conocer, por pocos meses, la revolución que la neuroimagen iba a desencadenar en el diagnóstico neurológico con la presentación de la tomografía axial computarizada.   

  Al igual que para otros neurocientíficos españoles, y en particular los que siguieron la estela de S. Ramón y Cajal, L. Simarro, N. Achúcarro, F. de Castro y P. del Rio Hortega, entre tantos otros, estela que de alguna forma le alcanzó personalmente a través de su amistad con Gonzalo Rodríguez Lafora, también para Alberto Rábano la pasión por el estudio del sistema nervioso se acompañó de un profundo interés por el hombre en su totalidad y su contexto vital. Fue un lector y conversador incansable sobre temas siempre relacionados con la naturaleza humana, y especialmente sobre sus fundamentos biológicos y evolutivos.  

  Su excelencia profesional, su permanente actitud docente, recordada con emoción décadas después por los que se beneficiaron de ella, su actitud ética clara y firme, que en muchas ocasiones no le hizo fácil la vida, y su constante apertura a los problemas generales del ser humano, dentro y fuera de la clínica, reunieron a su alrededor a un gran grupo de amigos y discípulos.   

  En homenaje a su vida y ejemplo, este grupo creó el Premio Alberto Rábano, para que su memoria quedara vinculada en el futuro al progreso de las Neurociencias en nuestro país.